El necesario mantenimiento de las estructuras metálicas
Las infinitas posibilidades que ofrece el acero para el diseño de edificaciones fue una de las claves que colocó a este material como uno de los referentes en la revolución de la industria de la construcción. Resultado de la mezcla entre el hierro y el carbono (a los que también se pueden unir otros componentes dependiendo de cuál sea su aplicación final), su importancia ha quedado reflejada a lo largo de la historia a través de construcciones icónicas conocidas por todos -el Palacio de Cristal de Joseph Paxton en Londres, la Galería de las Máquinas y la Torre Eiffel en París o el Puente de Brooklyn y los rascacielos Chrysler y Empire State en Nueva York- y que constituyeron en su día una muestra de que se estaba entrando en una nueva era, la denominada Era Moderna.
La popularización del uso del acero se sustentó en sus características y ventajas como material de construcción: rapidez de ejecución, facilidad de transporte y montaje, menor coste que otros materiales, resistencia, durabilidad, versatilidad y ductilidad. A todo ello, hoy podemos añadir, además, la sostenibilidad al ser un material 100% reciclable.
El necesario mantenimiento
Si bien es cierto que el proceso de fabricación del acero se ha ido perfeccionando a lo largo del tiempo, ajustando su tipología a las diferentes necesidades, también, y al igual que todos los materiales de construcción, el acero y el resto de las estructuras metálicas están expuestos a desarrollar diversas patologías provocadas por diversos agentes externos que pueden aprovechar una falta de protección (en el caso de la corrosión) o de situaciones accidentales como impactos externos, holguras en uniones, sobrecargas… (en el caso de las deformaciones).
Para evitar su degradación y que ampliar su durabilidad, tanto las estructuras de acero como las metálicas deben estar aisladas lo máximo posible de condiciones atmosféricas adversas como la lluvia, el viento y la salinidad. No olvidemos que la humedad y la corrosión son la peor combinación posible para los metales.
Las patologías que afectan a la durabilidad de las estructuras metálicas están clasificadas, fundamentalmente, en cinco tipos:
– Corrosión. Si carece de una protección apropiada, suele aparecer en zonas de la estructura expuesta a ambientes húmedos.
– Fatiga. Cuando los elementos de la estructura se someten a tensiones iguales o menores a las calculadas en el proyecto, suele aparecer esta patología que se presenta a modo de estrías perpendiculares a la dirección de las tensiones.
– Abrasión. Se suele complementar con otra patología como es la corrosión y aparece en partes móviles en contacto o sometidas a la acción de fluidos.
– Holguras en uniones. Provocan la deformación de la estructura.
– Impactos y sobrecargas accidentales.
Inspecciones y otras medidas de prevención
Para prevenir consecuencias negativas y aumentar la durabilidad de este tipo de estructuras es fundamental contar con un programa de inspecciones periódicas programadas que faciliten la detección de cualquier tipo de patología y puedan ayudar a abordar la mejor solución para su corrección.
En este punto también tenemos que señalar que una de las ventajas de las estructuras metálicas es que siempre que se actúe a tiempo la reparación suele ser sencilla mediante sustitución o incorporación de refuerzos.
En cualquier caso, otras medidas de prevención, conservación y protección que se pueden plantear son:
– Aplicar protecciones como pinturas o recubrimientos en las zonas más expuestas a posibles degradaciones.
– Galvanizado. Protege de la corrosión y de la abrasión, además de potenciar su fortaleza mecánica a los golpes.
– Protección catódica. Técnica que previene la corrosión.
– Otros. No realizar trabajos de soldadura o añadir elementos que disminuyan su resistencia; Prevenir fugas que puedan ocasionar oxidaciones; Mantener su limpieza; No exceder las cargas proyectadas para la estructura.
Respecto al mantenimiento estructural, el nuevo Código Estructural (de cuyas novedades en la ejecución de estructuras metálicas os hablamos en dos publicaciones del blog) aprobado por el Real Decreto 470/2021, de 29 de junio, establece unos criterios generales para el mantenimiento de estructuras que se establecen en el proyecto de ejecución (ya sea de obra nueva o de reforma de una estructura ya existente) a través de un Plan de Mantenimiento que establezca una estrategia a seguir tras el fin de obra.
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